domingo, 13 de febrero de 2011

Viajes y rutas: Los Aguarales de Valpalmas y Los Bañales de Uncastillo


¿Marte? No, Las Cinco Villas

De nuevo de la mano del blog excursionesparapeques.blogspot.com descubrimos la existencia de un lugar desconocido, a aproximadamente una hora de Zaragoza en coche, donde disfrutar de un espectáculo geológico curiosísimo y en continua transformación: Los Agurales de Valpamas. Para llegar, seguimos las instrucciones de otro blog, que recomienda ir por la A-23 en dirección Huesca y coger la salida de Zuera Norte para seguir en dirección a Ejea; al llagar a Las Pedrosas, tomamos la carretera a Piedratajada, que se atraviesa continuando hacia Valpalmas. Entre estos dos últimos pueblos, por una pista señalizada a la derecha, se accede a esta ciudad churreresca de arena compactada. Otras páginas indican cómo llegar desde Valpalmas.
Vista general de los Aguarales, desde arriba. Hay otro sendero señalizado para hacer la visita por abajo.

Allí pasamos alrededor de una hora, haciendo fotos y paseando al sol sosegadamente, para coger de nuevo la furgo y dirigirnos al noroeste, al yacimiento arqueológico romano de Los Bañales, que, aunque está más cerca de Sádaba y, sobretodo, de Layana, pertenece a Uncastillo, desde donde se hace una romería a esta antiquísima ciudad sin nombre. Resulta muy cuiroso ver desde el antiguo poblado romano un huerto solar en el horizonte, marcando claramente el paso del tiempo en un lugar donde parece estar detenido. Entre los Aguarales y Los Bañales, hay aproximadamente otra hora de ruta que, con la buena compañía, se hizo superamena.
Impresionantes los pilares que sustentaron un acueducto en el siglo I d.c.

Restos de las termas, la única zona del yacimiento que no se puede "tocar": una pena después de haber paseado por el foro e intentado delimitar las casas del poblado.

Para ternimar nustra visita a las Cinco Villas, nos detuvimos en Sádaba para contemplar su impresionante castillo antes de emprender el camino recto y recto y recto y recto que atraviesa Ejea de los Caballeros para, entre las alamedas de Remolinos, llevarnos de nuevo a la bulliciosa capital.




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